Un beso y una flor
Sé que a él le hubiera gustado que yo escribiera el final, sin embargo no me siento con fuerzas en estos momentos, por eso, y dado que estoy conforme con lo que él dice (a parte de lo que yo añadiría) os dejo su texto, su adiós a Linus.
Agradezco, como él lo hizo durante estos meses, vuestra colaboración en "su lugar" y las muestras de apoyo. Luchó hasta casi el final o, como me dijo uno de sus últimos días: "ya he hecho lo que debía, ahora quiero descansar"
Sirvan pues las palabras de Custardoy, a las que me adhiero, como despedida...
“Uno empieza a comprender muy tarde que la vida va en serio”...
Así empezaba un post, Linus, hace un año, y continuaba:
“De jóvenes queríamos llevarnos por delante y dejar huella. La vejez y la muerte eran solo unas escenas en un teatro o una proyección en la pantalla en un cinematógrafo... y la fatal realidad asoma: Envejecer, morir, son ahora el argumento de la obra y el guión de la película. Solo el amor, más poderoso que la muerte, nos puede redimir... El amor puede detener la marcha del tiempo. Es, el amor, el olvido de todas las dimensiones posibles y de la inteligencia que nos dicta, implacable, la verdad: Rosal blanco y oscuro gavilán, como el romance. Con él amor se prescinde del miedo vago a lo invisible, el miedo a lo desconocido que vibra tras las paredes, tras las puertas, tras de la vidas aparentes. Con él se nos sacuden los resplandores desconcertantes y brillantes de la angustia de los finales sin prorrogas.
Pero pasó el tiempo...”
Sí, pasó el tiempo, y este post escrito el uno de Diciembre del dos mil seis, hace ya un año, parece ahora premonitorio, aunque a muchos amigos les hubiera gustado otro argumento y romper en mil pedazos el guión que se estaba escribiendo.
Hace algunos años, en aquellos años en que yo era habitual de los chat y donde había tantos conocidos y no tan conocidos hubo diferencias en aquella casa grande y unos tomamos un camino y otros otro. Entonces Linus abrió esta comunidad que ha sido reabierta varias veces. Yo tengo que agradecer a Linus que me invitara a venirme a esta comunidad, porque aquí me he expresado con libertad y he dado rienda suelta a tantas formas de compartir conversando, debatiendo, polemizando a veces.
Fueron unos años colmados de sensaciones, de intercambio de impresiones, de exposiciones apasionadas. Quizá en ningún sitio me he encontrado tan cómodo, tan bien considerado y tan querido como aquí. Es de justicia que yo le esté agradecido y que ensalce su persona, no solo porque gracias a él tuve la oportunidad de sentirme como en casa, sino por su forma de ser. Pocas personas he visto tan coherentes y tan fieles a sus principios.
Linus era cerebral más que apasionado, se notaba en sus escritos, pero también a veces mostraba su lado más sensible. Era ahí donde me sorprendía acostumbrado como nos tenía a sus disertaciones tan analíticas y llenas de sentido crítico. Pero pocas veces era ácido o mordaz, tenía la capacidad de la empatía, de convencer con sutileza y sobre todo ese afán de arbitrar haciendo ver a los demás que todos teníamos razón, pero que había más vías, más posibilidades de cambiar de opinión.
Es de justicia si, que yo ensalce su persona, porque sé que aprendí de él compartiendo tantos momentos de intercambios dialécticos. Pero no solo por eso, a pesar de que no le conocía en profundidad sé que era una gran persona.
Tuve el privilegio de conocerle una tarde de verano, cuando yo estaba de vacaciones en Sitges, en realidad ya le conocía de antes, de mucho antes a través de sus escritos y por referencias de alguien a quien citaré más tarde. Fue en una tarde de verano, ya digo...
Quedamos en una estación de tren. Yo le dije que me reconocería porque llevaba una gorra y pinta de turista. Pasee durante diez minutos por la plaza de la estación pensando en la apariencia que podría tener.
Ahora confieso que no era la que imaginaba pues igual que cuando alguien escucha una voz por teléfono sin saber la apariencia de quien está al otro lado yo imaginaba un hombre quizá más corpulento pues su voz se me antojaba fuerte y vigorosa. Yo le había visto ya en alguna foto y sabía que llevaba gafas. Al rato apareció a lo lejos, su indumentaria una gran camiseta, un bolso de esos de bandolera en los que uno lleva las llaves y la documentación, unos vaqueros y unas sandalias. Algo se me encendió de pronto, tenía que ser él porque sus “maneras” al escribir y al mostrarse en los paneles no eran las de un burgués, ni de alguien acomodado afín a ideas conservadoras o liberales, era la de alguien con una basta cultura, alguien inteligente y con amplitud de miras, considerado con los considerados y tolerante con los tolerantes.
En el transcurso de aquella tarde pude comprobar que era un hombre afable, afectuoso y cordial, complaciente y amable. Cuando nos despedimos, ya de vuelta al hotel, mientras conducía mi coche, pensaba, que aquella a la que yo estaba tan “unido”; (unido en la complicidad, por amistad o por mil cosas) había encontrado a la persona adecuada, a la persona idónea; y confieso ahora que ese pensamiento me llenó de una placidez y una calma satisfechas, como cuando uno se da cuenta de que a la persona que se aprecia o que se quiere, le van bien las cosas y se satisface de ello.
Linus pasó a ser Francesc. Ya no era un Nick o un apodo, era la pareja de Esther, la mitad que ella anhelaba y comprobar ese vínculo ansiado por muchos y que pocos alcanzan me llenó de complacencia.
Ahora el tiempo ha pasado, pero sé que el amor puede detener el tiempo, y sé que el amor les ha acompañado hasta el último minuto.
Con él, como decía Francesc, se sacuden los resplandores desconcertantes y brillantes de la angustia de los finales sin prorrogas. Ya no hay prorroga, pero queda el amor, de aquella que te amó y que te ama. Y de aquellos que tuvieron la suerte de conocerte en una estación de tren cualquiera.
Uno empieza a comprender muy tarde que la vida va en serio. Yo tengo la certeza que tú, Francesc, te diste cuenta a tiempo, en el momento justo. Que más da que fueran tres años, dos o uno, sé que llegaste al final de tu vida sabiendo esto y prescindiendo de lo superfluo. Porque estuviste con la persona adecuada para transitar lo peor y lo mejor de la vida.
Una vez jugamos a un juego, ese de las entrevistas en el chat. Alguien te preguntó:
“¿Si pudieses vivir en una época cual sería?, tú contestaste:
“En alguna futura”.
Desde mi abatimiento y mi pesar... … allí nos encontraremos, querido amigo.
Pedro (Custardoy)
Gracias, Pedro, por ser, en parte, mi voz (ahora desgarrada)
Yo sólo os añadiré dos enlaces de una canción que a él le llegaba profundamente, y que me reconoció una vez como aquella que "yo podría haber escrito para ti"
Letra: http://groups.msn.com/CHATAMIGOSMAYORESDE30/canciones.msnw?action=get_message&mview=0&ID_Message=2021&LastModified=4675616881215394891
Música: http://es.youtube.com/watch?v=I2_sCcJeHx4
Un día soñé que volaba...
Hasta siempre carinyet.