Mp3
El viajero matutino del tren oye música con sus auriculares y su MP3 cada día cuando va al trabajo.
El viajero en su asiento mira al joven que está sentado enfrente suyo, que está también escuchando canciones y se pregunta de qué estilo podrán ser y alcanza la rápida conclusión de que se tratará de estridencias maquineras. Y lo deduce por la cara de atontamiento crónico del muchacho, que parece haber sufrido ya un daño irreparable en su sistema neuronal por el abuso de decibelios. Imposible que escuche a Serrat, ni a Leonard Cohen, ni siquiera -que también podría ser preocupante- a Raphael o a Isabel Pantoja, porque pondría otra cara y no parecería anestesiado... o drogado (vete a saber).
El viajero observa ahora a la chica pija con medias de malla en pleno invierno que está a la derecha. Lleva una IPOD de 400 € con carcasa rosa y con dibujitos. Hace como si canturreara, pero igual es que le tiritan los labios del frío que ha debido de pasar en el andén. Debe ir con ese atavio porque seguro que debe ser una secretaria trepa que se ha propuesto ir vestida a la oficina como un putón verbenero para ganar puntos con algun jefazo salidillo. Conclusión: debe oir algo tipo latino patrón Shakira, David Bisbal o Luis Miguel. Musica de pantorrilla -piensa el viajero- haciendo una mueca de asquito contenido.
El ejecutivo con pinta de Mario Conde que el viajero ve al fondo del vagón es catalogable como oyente de la COPE por la cara de mala leche que luce cuando alterna el auricular y el movil para llamar diciendo que llega tarde por culpa de la Renfe. Se le nota que maldice la hora en que se compró una casita cerca de la estación de un pueblo de las afueras para evitar los atascos de entrada en la ciudad y asqueado de juntarse con la chusma con la que el piensa que comparte vagón.
Sin ningún tipo de dudas el cura de más atrás escuchará música clásica, las quinceañeras frenéticas de al lado de la puerta piezas de algún inminentemente caducable grupo rockero formado por jovencitos guaperas y rubios; el señor calvo cincuentón a Julio Iglesias o a Nino Bravo reeditado; la mujer de las gafas de pasta con aspecto de solterona vocacional a Cecilia o a Perales; la chica obesa con pinta de marimacho a Sabina; el negro con pinta de boxeador a Ray Charles y la cuarentona rubia y sobremaquillada que lee "El Código da Vinci"
El viajero contempla ahora como otro adolescente se da cuenta que su MP3 se ha quedado sin pilas y negocia con desespero con otros chavales que le presten una con urgencia como si se hubiera quedado sin preservativos o sin tabaco en otros contextos.
El viajero se da cuenta que en el tren acaban de poner música ambiental (de Wagnrer) y observa horrorizado como unos peruanos con tambores y flautas acaban de subir al vagón en una de las paradas cercanas a la gran ciudad, disponiéndose raudos a armar el gran escandalo interpretando alguna pieza de Los Calchakis . Mentalmente, cuando ve que va a tener que dejar a la mitad el conciero en Central Park de Simon and Garfunkel, maldice a los altavoces del tren y a la madre que pario a los tios de los ponchos y a todos sus instrumentos.
2 comentarios:
por suerte siempre tenemos alguien a quién maldecir...
Pues si Zorguin,entre parecer un gift y descubrir que la causa de que mi blog sea poco concurrido es que aparezca mi foto...llevo un depresión que ha llevado mi autoestima a las alcantarilla.
Y los fines de semana no hay siquiatras, ni de guardia...
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