domingo, abril 09, 2006

DESPEDIDA


Aunque no lo parezca lo que sigue lo ha escrito una mujer,se llama María. Ella ha tenido diferentes nombres en su transitar por la red: Shere, La Aguadora, Alys ultimamente. He tenido la suerte de que me diera su permiso para incluir en este blog alguna cosa suya. Este es un capítulo de una serie que expuso una vez y que eran cartas de despedida, formas de decir adios. Casi todos eran de mujeres, de varias o de la misma que las reescribía. Esta de ahora es de un hombre, de Andrés. Todo un lujo tenerlo aquí.

Lo que no comprendo es que mientras más buena te pones,menos follamos.
Cuando te hiciste las tetas, vale, fue una pasada. Cierto que a mí me parecía que tenías algo de tacto como de flotador y que al chupártelas me sabían a loctite por más que el médico dijera que eran manías mías. Pero la talla 120 con esos pezones apuntando al cielo y ese aspecto tan redondeado de bol lleno de cereales con la leche ya incorporada que invitaba a comerte a cucharadas, era un puntazo.
Luego te empeñaste en los labios.
Y dos veces.
A mí me sabía peor que besarte cuando te empeñabas en masticar aquellos chicles hiperglúcidos con sabor a mango y sandía, pero era la moda, lo reconocí.
Aunque ya nunca más pudieses sonreir con la boca cerrada.
Que la nariz no te hiciera juego con la boca, a mí me sonó a excusa, qué quieres que te diga. A mí siempre me había gustado tu nariz, era como la de tu abuela, y era una nariz que envejecía bien y le iba a tu cara, no como la que te pusiste, a lo Isabel Preysler. Me pareció que ponerte una nariz de marquesa en una cajera de Alcampo no dejaba de tener su contrasentido,pero como te hicieron descuento y pudimos pagarlo con la tarjeta,me dejé hacer.
Y entonces empezaste con la manía del gimnasio. Al principio, dos días por semana, enseguida, a diario,fines de semana más horas.
Cuando empezaste a dar el número del gimnasio para que te localizaran en el colegio de los críos reconozco que me enfadé un poco.
Pero anda que con todos esos músculos que de pronto empezaste a tener por todas partes no estabas más rica.
Aunque duró poco la bicoca.
Que si hoy no que tengo agujetas, que si hoy tampoco que mañana madrugo para ir a hacer pesas.
La cosa era que el culo se te debió poner divino, pero tenía que fiarme de la vecina con la que ibas, que te lo debía ver en la ducha, porque yo no conseguía ni verlo ni catarlo.
Y entonces pasaste por la lipoescultura.
¡Eso sí me cabreó!
Que te pulieras el dinero de las vacaciones en la lipo también, vale, pero es que, ¡todo el puto día en las maquinitas de pesas y luego va la señora y dice que va a pasar por quirófano otra vez a quitarse grasa!
¿De dónde tenías tú grasa, eh?
Si ya te había dado de aquella la moda de la comida sana y nuestra nevera daba más pena que los pelos de la duquesa de Alba. Sólo había cosas como muy raras y exóticas y todo integral y sin sabor, eso sí, con una fibra de la leche.
Empecé a irme a comer a casa de mi madre algunos días a la semana para recordar que el freir también existe,porque tú hasta habías reconvertido las sartenes en maceteros y plantabas especias.
Después de esa vino lo de tatuarte las cejas , que no entiendo yo eso de arrancarte las tuyas para que te pusieran unas horrorosas con tinta. Y los labios, con el perfilador también tatuado. Y la raya del ojo. Y el lunar ese de tu mejilla izquierda no sé yo si es tatuado también, que ya pierdo la cuenta.
Los pómulos postizos, francamente, ni a Cher le quedaron bien, a ti menos.
Te daban cara de velocidad. Así que entiendo que cada vez que lo hacíamos fuera más breve.
Si tú debías ir en avión por ti misma.
Los postizos del pelo, por la pasta que nos costaron,digo yo que ya podrían haber sido más resistentes, porque la primera vez que lo hicimos estrenando tu nueva melena a lo Shiffer, yo me emocioné, pegué un par de tirones, y me quedé con ello en la mano, y tú me dejasta allí, a mitad de la faena,mientras te fuiste a llorar al baño llevándote el teléfono y contándoselo todo a tu amiga Menchu.
''Que si este bruto me ha arrancado las extensiones, que si no entiende, que si patatín, que si...''
Así que ya no sé si fue con eso, con que empezaste a decir que estabas gorda, que no te apetecía, y primero fueron dos camas y luego dos habitaciones, pero que la vida sexual empezó a ser algo que yo tenía a solas y tú supongo que con tu esteticista, eso sí me consta que pasó.
Así que mira, que estás estupenda, que estoy hasta los mismísimos de que cuando vas a recogerme al bar todos mis amigos se den codazos y digan que menuda potra que me llevo, y yo pensando que menudo debe ser el profe de equitación que te monte, pero que yo no soy.
Y que me ha tirado los tejos la de charcutería, que tiene un olor a jamón serrano que me quita el hambre sólo de olerlo y que me recuerda mucho a ti antes y que le he dicho que sí.
Así que no preguntes mañana dónde he dormido hoy, que creo que no te quejarás de que no estoy dando explicaciones.
Besos,


tu Andrés

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