UNA MAÑANA
desde
la Patagonia,
nos deja
este regalo.
Gracias Silvia.
Es un triangulito rodeado de casas, un triangulito con arena dorada y árboles y mucho césped. Una placita con forma de triangulito. Tiene hamacas y sube y bajas, ahhh y también un pasamanos (así le llaman los chicos a esa estructura con barras de donde se cuelgan).
Ahí llegamos esta mañana Renata y yo.
Sólo estaban un par de palomas enredadas en no sé que baile y el sol, un sol amable, cariñosamente tibio.
Fuimos las dos hasta las hamacas y dale que dale. Dos ojitos azules deslumbrados,tan azules como ese cielo que parecía pintado con crayones, tan azul que su transparencia lo tornaba aprehensible.
A poco...cruza otra niñita
- Hamácame
Vaya! otras piernecitas apuntando al cielo, otra carita sonriente y la facilidad de los niños para relacionarse
-¿Cómo se llama?
-Renata
-Y vos?
-Soy la Abu. Lo dije conciente de mi importancia de abuela hamacadora en una bellísima mañana de verano.
A lo lejos los álamos y los pinos apenas se mecían con una suerte de benevolencia.
En los jardines de las sencillas y cómodas viviendas que daban a la plaza, los abuelos charlaban bajo un techo de parras. Pasaba un joven saludando:
- Buen día don Juan Parra
Y el abuelo aludido levantaba la vista del mate y agitaba la mano.
Hoy, esta mañana, gocé de la utopía de un mundo bueno. Hoy pedí prestados ojos de niños y pude ver todo como antes, vi los juegos rojos, verdes y amarillos...
Con Renata encontramos un gatito y lo devolvimos a una señora que nos sonrió
Mi niña hizo su primer pirueta en esas barras, mirándome triunfal. Obviamente la abu aplaudía, mientras otra chiquita me gritaba: Mirame, mirame! y por supuesto también fue aplaudida.
Volvimos felices por las veredas sombreadas y llenas de flores, con las mejillas encendidas y la risa fácil.
Hoy, esta mañana me fue concedida la gracia de pensar que todo puede ser bueno y mejor.
esegé
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