jueves, diciembre 07, 2006

La pisacabezas



No serán esta vez más que hechos lo que se cuente en esta historia que se niega a vestir otras ropas que las del relato de hechos. Se quedan atrás las sensaciones, los por qué (que siempre lo enrollan todo) y los gritos...

... que gritos hubo muchos y quizá, como debía ser, sólo encontraron el eco de sus terminaciones.

Érase que se era una... persona pisacabezas. Caminaba haciendo eso, pisando las cabezas sin consideración alguna. Por la mañana era algo más cuidadosa (esa... persona) pero cuando caía la noche comenzaba a pisar a diestro y siniestro.

No se piense que eran cabezas especiales, aquí, la relatadora, se niega a suponer... sólo puede indicar su experiencia personal, aquella vez en que la... persona pisacabezas decidió que mi cabeza era la adecuada para impregnar la suela de su zapatilla.

Lo intentó, claro que lo hizo, pero logré esquivarle, aunque me llevé una buena rozadura en plena oreja. Aún me duele cuando me paso el cepillo del pelo y, en uno de mis desvanecimientos místicos, confundo la oreja con un mechón.

Pero no es eso lo que quería contar...

Pues bien... después de aquel encontronazo le seguí a distancia prudencial con la intención de observar sus reacciones, actitudes y, como no, sus pisotones. No dejaba títere con cabeza mientras los que lo veían callaban.... como yo.

Acepté, con el tiempo, que no tenía capacidad de actuar contra aquello, que nada podía hacer salvo alejarme de sus pies y seguir mi camino. Y así lo hice.

Un buen día escuché gritos. No pertenecían a una sola voz y me acerqué para ver qué ocurría. Allí delante estaba la... persona pisacabezas, en actitud triunfadora pisando un ser que parecía una .... hiena. Digo que lo parecía y digo bien, porque no soy persona que guste de calificar y menos sin conocer. Y con tanto pisotón y grito ni veía ni podía oír...

Miento, oír sí que oía... los gritos de alabanza que la multitud elevaba vitoreando a la ... persona pisacabezas.

No pude evitar pensar en esos otros seres que sucumbieron bajo sus pies y me pregunté si todos aquellos merecieron silencio y ahora, la presunta hiena, se llevaba la imagen de un dedo pulgar apuntando el pie de la... persona pisacabezas, me pregunté si era justo que yo me callara de nuevo.

Y pensé que el ser humano es de esa manera, que alaba la casualidad y calla lo evidente.


Pero no hice nada, o sí, me enfrenté a una ... hoja en blanco y escribí...
la historia de una... persona pisacabezas

[....]

Scoldingclown

3 comentarios:

Alex dijo...

No me quiero encontrar con ella. Sospecho que la veo a diario y seguramente me la habrá querido pisar alguna vez y probablemente alguna vez lo consiguió. Afortunadamente no tengo registro de eso. Y creo que la cabeza sigue entre los hombros.

Francesc dijo...

Alex...

¿Tú crees que se trata de una mujer?

Alex dijo...

mmmmnosé, pero es probable, las mujeres solemos no detenernos ante nada, sobre todo cuando estamos ensañadas con algo.